domingo, 8 de abril de 2018

La Cenicienta

                     Hubo una vez hace mucho tiempo una joven muy bella. Se llamaba Cenicienta.
Cenicienta era pobre, vivía con su papá, su madrastra, una mujer muy mala que siempre estaba enojada y también con sus dos hijas que eran feas e insoportables. Cenicienta era quien hacía el trabajo duro en la casa, como limpiar la chimenea cada día, por lo que sus vestidos siempre estaban manchados. Ella tenía solo dos amigos: unos ratones muy simpáticos que vivían en un agujero de la casa.
Un día sucedió algo inesperado. El rey invitó a todas las chicas jóvenes a un gran baile.
El motivo del baile era encontrar una esposa para el príncipe para casarse con ella y convertirla en princesa. La noticia llegó a Cenicienta y se puso muy contenta.
La madrastra,al enterarse, le dijo a Cenicienta con un tono cruel:
-Tú, Cenicienta, no irás al baile del príncipe. Porque te quedarás aquí fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.
Cenicienta se puso muy triste y se fue a su cuarto.   
Llegó el día muy esperado para todas, el día del baile en el palacio. Cenicienta veía cómo se arreglaban e intentaban ponerse lindas:sus vestidos eran hermosos.
Al llegar la noche, su madrastra y hermanastras se fueron al palacio real y ella, sola en la casa una vez más se puso a llorar. De pronto, sucedió algo increíble. Apareció un hada madrina.
y le dijo:
-No llores más, yo te voy a ayudar.
-¿De verdad?- preguntó Cenicienta.¿Pero como vas a ayudarme?. No tengo ningún vestido lindo y mis zapatos están rotos.
El hada madrina sacó su varita y con ella tocó suavemente a Cenicienta y, al momento lucía un maravilloso vestido con unos zapatos de cristal bellísimos.
-Ahora ya puedes ir al palacio, Cenicienta, pero ten en cuenta algo. Tu vestido, a las doce de la noche, se transformará en una calabaza.
-Bien- dijo Cenicienta agradecida.
Cuando Cenicienta llegó al baile causó mucha impresión a todo, estaba hermosa.
El príncipe no tardó en darse cuenta de su presencia y le preguntó si quería bailar. Las hermanastras no se dieron cuenta de quién era ella e incusó se preguntaron quién sería ella.
Pero de repente Cenicienta se dio cuenta de que eran casi las doce y su vestido iba a convertirse en el mismo de siempre y su carruaje en una calabaza.
-¡Oh Dios mio!¡Tengo que irme!-Le dijo al príncipe.
Salió a toda prisa y bajó las escaleras.
En su huida perdió un zapato, que el príncipe encontró.
A partir de ese momento, el príncipe supo quién iba a ser la princesa pero él no sabía quién era ni dónde vivía.El príncipe decidió que se casaría con la que le entrara el zapato.Mando a gente para que le pruebe el zapato a todas las mujeres. Pero a ninguna le entraba. Hasta que llegaron a la casa de Cenicienta.
Uno de los sirvientes vio a Cenicienta limpiando y le dijo:
-¡Eh! Vos también te lo tenes que probar.
La madrastra y las hermanastras se negaron.
Pero cuando se lo probó le encajó a la perfección.
Todos quedaron impactados e inmediatamente la llevaron al palacio. Ella se negó una y otra vez, pero no la escucharon.
Al llegar, el príncipe le propuso matrimonio, pero Cenicienta le dijo que no quería ser una princesa, vivir en el palacio sirviéndole al príncipe; que ella quería ir a la universidad, trabajar y comprarse una casa ella con su esfuerzo. Cenicienta le agradeció al príncipe, pero finalmente le dijo que no.
Fueron grandes amigos y ella cumplió sus sueños: fue una gran diseñadora de vestidos y manejaba su propia empresa. El príncipe nunca se casó.
                                                                     FIN   

la legalización del aborto, una deuda de la democracia

  En  Argentina  el  8  de  agosto  de  2018,  un  día  histórico  para  la  lucha  feminista,  se convocó  a  una  vigilia  frente  al...